Hamacas de Yucatan
Historia de una de las hamacas mas tradicionales y admiradas en el mundo
Cuando Cristóbal Colón desembarcó en América, conoció por
primera vez a la hamaca, llamada por los indígenas de las Antillas ini. Colón
observaba con mucha curiosidad cómo los nativos descansaban plácidamente en
ellas. Al regresar a España, se llevó algunas hamacas que resultaron muy
prácticas para los marineros, las hamacas reducían el espacio destinado para las
camas en los buques y mantenían a los tripulantes frescos a la hora del reposo.
Para tener una idea de la importancia de la hamaca yucateca,
cabe señalar que junto con la miel ocupa un destacado lugar como producto
nativo de exportación del Estado (México).
Vendedora de hamacas en las playas mejicanas. |
En comparación con las hamacas que se producen en otros
estados de la República, la yucateca tiene un tejido más cerrado y consistente,
aspectos en los que es determinante la tradición artesanal de la región.
En cuanto
a su uso entre la población de la península de Yucatán, está generalizado
en las comunidades rurales como único medio para dormir. No así en las ciudades
como Mérida, Campeche y Cancún donde una buena parte de la población alterna en
su descanso cotidiano el uso de la cama durante la época de frío y el de la
hamaca en los meses más calurosos.
Según el Censo de 1990, la población de Tixcacalcupul
asciende a 1891 habitantes (Inegi 1991). En la mayoría de las familias se
combina el trabajo en la milpa con la elaboración de dos artesanías que son el
bordado de hipiles y el urdido de hamacas. En relación a esta última,
Tixcacalcupul se ha distinguido desde tiempo atrás por la calidad de su
producción (Terán y Rasmussen 1982).
Según
relatan los viejos de la comunidad, desde inicios del siglo XIX cada familia
elaboraba sus propias hamacas con instrumentos que eran obtenidos del monte por
sus integrantes, utilizando las fibras procedentes de dos agaves regionales: el
ki o henequén (Agave sisalana Perr) y el che elem (Agave fourcroides).
La hamaca antes de 1950
En la primera mitad de este siglo y aun antes, la
elaboración tradicional de una hamaca implicaba el conocimiento y manejo de la
selva baja característica de Yucatán, de dónde se extraían todos los elementos
necesarios para su fabricación.
La fibra más utilizada era la de kij o henequén que se
sembraba preferentemente en los solares de las casas. El periodo de crecimiento
normal de la planta fluctuaba entre cinco o seis años, a partir de los cuales
ya se podían hacer cortes para el aprovechamiento de la misma.
La participación de todos los integrantes de la familia en
la elaboración de hamacas era más evidente en el proceso del corchado, ya que
la obtención de las materias primas y fabricación de los instrumentos de
trabajo recaía en el jefe de familia y en los hijos mayores. Para corchar casi
siempre se prefería trabajar antes de que saliera el sol debido a que el fresco
y la humedad de la mañana le da mayor maleabilidad a la fibra.
De los años sesenta hasta la actualidad
Ya en la segunda mitad del siglo veinte, con la introducción
del hilo de algodón y el de nylon, que trae aparejada la creación de nuevas
puntadas para urdir y la aparición del color como un elemento fundamental del
diseño de una hamaca; con el cambio en el tipo de bastidor y la apertura del
mercado nacional e internacional, el proceso de producción de la hamaca se
redefine totalmente.
En cuanto a la forma de obtención de la materia prima, el
dinero pasa a ser el elemento indispensable para iniciar el ciclo de
producción, dando lugar con ello a una dependencia de las familias más pobres
hacia los intermediarios que les proporcionan el hilo que no pueden adquirir
por sí mismos.
Al no
depender del conocimiento y manejo del medio natural para la obtención de las
fibras y de los instrumentos de trabajo, una de las primeras transformaciones
es que, en términos generales, el hombre deja de participar en la elaboración
de las hamacas, quedando así como una actividad predominantemente femenina. Es
la mujer de la casa la que va a decidir, en base a las condiciones económicas del
hogar y de su disponibilidad de tiempo, cuándo se elabora una hamaca y si ésta
tendrá un fin comercial o será para autoconsumo.
Los usos de la hamaca
Un repaso de los usos más importantes que se dan a la hamaca
en el medio rural aún hoy día, nos permite introducirnos en la vida cotidiana
de las comunidades y darnos cuenta de cómo este objeto es punto de confluencia
de su vida social. Estos usos son:
-para la reproducción humana
Con respecto a la hamaca como lugar de reproducción humana nos limitaremos a mencionar que, entre algunas familias del área rural, se acostumbra que en las vísperas del matrimonio, la futura esposa urda una “hamaca grande” para compartirla con su marido después de la boda.
-como mesa de parto
Para las personas de la ciudad puede parecer increíble que una hamaca pueda usarse como mesa de parto, pero para la gran mayoría de las mujeres de los pueblos quienes por generaciones han nacido, visto crecer y morir a su familia en una hamaca, es lo más natural. Las parteras del medio rural, al igual que las mujeres embarazadas, opinan que dar a luz en una hamaca es mucho más cómodo que en una cama. El primer argumento que utilizan es con respecto a la adaptabilidad de la hamaca a su cuerpo ya que en el momento del parto, la embarazada tiene de donde agarrase para hacer fuerza. Por otro lado, para una mujer embarazada es mucho más cómodo acostarse y levantarse de una hamaca que de una cama debido a que la primera, además de ser mucho más fresca, puede colocarse a la altura que se desee.
-como cuna
El utilizar la hamaca como cuna es una costumbre bastante común, aun fuera del medio rural. Esto se debe a las características propias de la hamaca, a la que se le puede subir las orillas por medio de un nudo convirtiéndolo así en un lugar seguro y fresco para los niños. De esta manera se les sitúa, al mismo tiempo, lejos del suelo y de los animales. Además de todas las ventajas antes mencionadas, la utilización de la hamaca como cuna le permite a la madre sentarse junto a su niño y mecerlo, lo cual hasta ahora no se puede hacer en ninguna cuna convencional.
-como auxiliar de cacería
La hamaca como auxiliar de cacería también desempeña un papel muy importante, ya que como sabemos esta actividad forma parte de las estrategias de sobrevivencia de las familias en el medio rural. La cacería la realizan de dos diferentes manera: una es la llamada “hacer la batida” y la otra “ir a espiar”. Esta última se lleva a cabo durante o un poco después de los meses de lluvia y consiste en encontrar algún lugar donde, de forma natural, se haya almacenado agua; cerca de allí, el cazador elige un árbol para esperar a su presa. Así las cosas, puede colgar su hamaca entre las ramas de los árboles para hacer más soportable la espera.
-como instrumento de curación
La técnica en donde se utiliza la hamaca como instrumento para curar algunos dolores de espalda, por desgracia no es muy difundida. Sin embargo algunas familias la utilizan y consiste en enrollar la hamaca alrededor de la arte adolorida de la persona (quien se encuentra de pie) y jalar los extremos de la hamaca para que esta haga presión. Las familias que han utilizado la hamaca de esta forma opinan que con la presión, los huesos regresan a su lugar.
-como recurso para desgranar
En Yucatán, al igual que en el resto del país, la alimentación se basa en el consumo de granos, principalmente maíz y frijol. Las hamacas hechas con las técnicas antiguas, o sea las de henequén permiten desgranar de forma más rápida y con menos dificultad que con las manos. La técnica consiste en colocar al interior de la hamaca lo que se desea desgranar, cerrarla bien y golpearla con un palo, de forma tal que los granos van cayendo al suelo y la cáscara se queda en la hamaca. En la actualidad no muchas familias recurren a esta estrategia, debido a que no poseen hamacas gruesas como las de antes y las actuales corren el riesgo de romperse.
-como medio de descanso
El
utilizar la hamaca para sentarse es también una antigua costumbre en el medio
rural. Las familias de menos recursos por lo general sólo cuentan con una mesa
y dos o tres sillas y en algunos casos ni siquiera disponen de estas cosas, ya
que por tradición se sientan en banquillos, sobre todo a la hora de la comida
que se realiza en torno a una pequeña mesa de tres patas y junto al fogón donde
se hacen las tortillas.
Debido a las costumbres antes descritas,
las sillas casi nunca son suficientes para todos los miembros de la familia y
menos para las visitas, por lo tanto se recurre a las hamacas como asiento
además de que son mucho más cómodas. El hecho
de que la llegar una visita se le ceda una silla o un banquillo es una muestra
de cortesía y amabilidad, pero el que se le ofrezca una hamaca va más allá de
eso, casi siempre significa un gesto de confianza y aceptación por parte de los
anfitriones.
Además de todos los usos que se han
mencionado, uno de los más importantes sigue siendo el utilizar la hamaca para
descansar, cómodamente toda la noche, a este respecto, las personas ancianas
opinan que las hamacas hechas con hilos de agave son mucho mejores que las de
algodón o fibras sintéticas, ya que estas últimas en la época de calor son muy
calientes y en la de frío son muy frías. Además, debajo de las hamacan de nylon
no pueden colocarse pedazos de leña medio prendidos para dormir con temperatura
agradable, ya que corren el riesgo de que con el calor se derrita la fibra
sintética y la persona se caiga de la hamaca, como le ha sucedido a algunos.
Bibliografía
Arceo Vargas, Jorge A. 1992: De artesanías a mercancías
artesanales en Tixcacalcupul, Yucatán. Tesis de licenciatura. Facultad de
Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida, Yucatán.
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
1992: Yucatán. Resultados definitivos. Datos por localidad. XI Censo General de
Población y Vivienda, 1990, México. Mérida, Yucatán.
Landa, Fray Diego de 1978: Relación de las Cosas de Yucatán.
Editorial Porrúa, México.
Martínez Maximino 1987: Catálogo de Nombres Vulgares y
Científicos de Plantas Mexicanas, FCE, México.
Terán Silvia y Rasmussen, Christian 1981: Artesanías de
Yucatán, PESIP/Arte y Comunicaciones/SEP, Mérida, México.
Secretaría de Comercio y Fomento Industrial. Certificados de
Origen 1993: Cuadros “Valor de las exportaciones de hamacas 1991 y 1992”.
Delegación Federal en Mérida, Yucatán. Dirección de Análisis y Promoción
Económica, Mérida, Yucatán.
editado por Hamaquiando
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